viernes, 29 de abril de 2011

El hombre que amaba a los perros.

A mediados de 1986, Pouza, Director de la Academia San Alejandro, entró entusiasmado al aula donde estudiamos Historia del Arte, en la Universidad de la Habana. Mostró el último ejemplar del semanario Novedades de Moscú, que hacia furor entre los intelectuales de la ciudad. En la última de sus páginas había un artículo sobre la vida de Ramón Mercader, el asesino de León Trostki.
Aquella calurosa tarde me vino a la memoria, con El Hombre que amaba a los perros, última novela publicada en Cuba, por el periodista y escritor Leonardo Padura (La Habana, 1955). En esta ocasión, por la oficial Ediciones Unión y con 545 paginas.
El texto es el más importante suceso editorial en la ínsula desde principio de los noventa. Por la calidad literaria, fundada en los últimos quince años, por el creador del antológico detective Mario Conde. Por ingresar con su temática en zona oscura de la historiografía cubana, la historia de la ideología comunista y los hombres que la encabezaron.
Retomar la controvertida figura de León Trostki, a través del “sicario ideológico” Ramón Mercader del Rio, fue todo un reto para Leonardo en la cerrada sociedad cubana, que aunque bajo el control del autodenominado partido comunista, desconoce su historia.
Es El Hombre… un libro centrado, ligero pero a la vez angustioso. Tres historias se tejen, la de Ramón, la de León y la de Iván. Quizás este último, el más incomprendido, para algunos lectores cubanos, por ser el embajador de nuestra realidad, pero sin lugar a dudas el hilvanador de la historia. Y un último personaje, Iosif Stalin, el tirano de todas las rusias, incluida la soviética. Stalin persiguió y dio la orden de asesinar a Trostki y a casi toda su familia. Además asesinó a miles de miembros prominentes del partido comunista soviético, descabezó al ejército y se repartió Polonia junto a los Nazis, entre otros crímenes.
No obstante un libro universal y postmoderno, como el de Padura, se convierte en regional y pre moderno. Regional, porque solo una nación tan castigada por la ausencia de información puede estar tan ajena a la realidad histórica mediata y, pre moderno, por que los objetivos de su trama, aun tratan de establecer los códigos por donde cruzará la modernidad.
La investigación sobre los personajes es rigurosa y la recreación de sus vidas logra una coherencia creíble, salpicada de vez en cuando con algún guiño cómplice, para despertar la necesaria incredulidad. Recuerde al Mariscal Konev, de la policía política.
Libro trascendente en el escenario cubano, donde pocos de los mil delegados al Sexto Congreso comunista, supieron cantar al final del evento La Internacional.

Como hacer para que las victimas nunca dejen de serlo.

Los viejos comunistas, aplaudían el perenne homenaje de los soviéticos a las victimas de la Segunda Guerra Mundial. Filmes, novelas, biografías, artículos de prensa y científico volvían una y otra vez sobre el tema. Según ellos, el recuerdo impedía que se repitiera el crimen. Lo cierto es que los sistemas policiales necesitan del recuerdo amargo.
Después de tres meses termino el juicio contra Luis Posada Carriles en los Estados Unidos, con el veredicto de “non guilty”, o no culpable, de los delitos de mentir a los oficiales de emigración de ese país. Luis Posada, fue de los pocos que orientó su combate contra la dictadura militar por vía armada.
A raíz del juicio voló a El Paso, Texas, una nutrida comitiva de funcionarios del gobierno cubano, entre ellos altos oficiales del Ministerio del Interior, para demostrar que Posada tenía responsabilidad en actos terroristas y de paso contaminar y dilatar el proceso, narrado en los medios oficiales como una novela por entrega. Mientras, el delito principal se perdía de vista.
La reacción de estos medios a la decisión del tribunal fue inmediata. Los familiares de los muertos en “el avión de Barbados” que se prestan a la pachanga castrista, fueron los primeros en hablar. Enredándolo todo, obviando razones, exponiendo emociones. Se sumaron al coro de casandras, alumnos y profesores de la Facultad de Derecho, de la Universidad dela Habana, apasionados, obviaron el análisis legal del asunto. José Partierra, el abogado del diablo, como lo conocen en la isla, no perdió oportunidad para exponer su discurso incendiario en la televisión.
En este caso recuerdo a Slobodan Milosevic. El político serbio, responsables de miles de muertes en los conflictos con Croacia, Boznia-herzegovina y Kosovo, y requerido por la Corte Internacional de la Haya, no fue llevado a los tribunales por sus crímenes, por la sensibilidad política que provocaba en su país. Fue detenido por malversación de fondos públicos y abuso de poder, de lo que también era culpable. Así pudo ser extraditado a Holanda, donde murió poco antes de comenzar el juicio.
La decisión de la corte de El Paso, fue una victoria para Luis Posada y para el gobierno cubano, que ve alargarse su saga de “víctima” de ataques terroristas. Los grandes perdedores son los familiares y las victimas de los actos terroristas contra los cubanos. Comenzando por los sacrificados por el terrorismo de estado del gobierno de los hermanos Castro, que ven alejarse la posibilidad de comenzar por algún punto una necesidad nacional. La verdad, el perdón y la reconciliación.

Los espias no miran de frente.

Ellos no miran de frente.
Cuenta el político liberal León Padrón Azcuy que conoció a Raúl Capote, cuando el ingeniero Dagoberto Valdez, lo presentó a la bibliotecaria Gisela Delgado para que sirviera de jurado en el concurso, Voces de Cambio. Le llamó la atención, que el individuo nunca miró de frente a sus interlocutores.
Ahora que terminó la última temporada de las Razones de Cuba. Impostura para decir las razones del gobierno. Es momento de sacar los patrones en el comportamiento de la cúpula que ni vive, ni deja vivir al ciudadano, según el lenguaje popular.
Veamos. Ante todo, los informantes presentados (algunos prefieren llamarlos chiva), excepto el periodista independiente Carlos Serpa Maceira, eran totalmente desconocidos entre las fuerzas prodemocráticas. El aduanero, el masón, el informático, el “culturoso” o el promotor cultural, tenían poca comunicación con los líderes o los grandes grupos progresistas de la sociedad.
Su trabajo fue dirigido a penetrar las estrategias de cooperación de los aliados de los demócratas cubanos y sus fuentes de apoyo. El “médico masón”, el informático, los promotores culturales y el periodista independiente presentaron como delito de espionaje, el apoyo de organizaciones no gubernamentales extranjeras al desarrollo de la sociedad civil, como establecer una agencia de representación y promoción artística, una ONG de ayuda a los niños enfermos de cáncer, comunicación con el exterior sin pasar por la censura y los precios del monopolio de Etecsa, o una sociedad de médicos independientes.
No pudieron llegar a más. Las conversaciones grabadas de manera ilegal y más, indebidamente presentadas en la televisión, solo muestran la intención de los visitantes de conocer la isla, ante la imposibilidad de vislumbrarla tras la “cortina de bagazo”, del diario Granma y otros afines. No se presentan pláticas sobre fuerzas armadas, armamentos, tropas, rutas presidenciales, planos, mapas… Algo utilizable como interés de seguridad nacional del gobierno.
Se puede llegar a un acuerdo. La campaña de comunicación de la que el serial televisivo es parte, trata de confundir a la población. Desacreditar a las fuerzas prodemocráticas a partir de los informantes presentados y colocar la desconfianza entre la población, en su relación con los nuevos lideres que nacen en la sociedad civil, con propuestas de modernización. Atacar a las nuevas tecnologías, como forma de burlar la censura ideológica y la económica, proponiéndola como herramienta del “enemigo”. Mantener la imagen de “lideres disidentes” alejados de la inmediatez ciudadana.
El horno no está para pastelitos. Dice el pueblo, cuando las propuestas son inviables. El “serial” a pocos interesa y las reformas económicas y sociales, la verdadera recompensa popular no llega. De nada vale que se presenten como héroes a los apostatas. Esos que esquivan la mirada.

Los espias no miran de frente.

Ellos no miran de frente.
Cuenta el político liberal León Padrón Azcuy que conoció a Raúl Capote, cuando el ingeniero Dagoberto Valdez, lo presentó a la bibliotecaria Gisela Delgado para que sirviera de jurado en el concurso, Voces de Cambio. Le llamó la atención, que el individuo nunca miró de frente a sus interlocutores.
Ahora que terminó la última temporada de las Razones de Cuba. Impostura para decir las razones del gobierno. Es momento de sacar los patrones en el comportamiento de la cúpula que ni vive, ni deja vivir al ciudadano, según el lenguaje popular.
Veamos. Ante todo, los informantes presentados (algunos prefieren llamarlos chiva), excepto el periodista independiente Carlos Serpa Maceira, eran totalmente desconocidos entre las fuerzas prodemocráticas. El aduanero, el masón, el informático, el “culturoso” o el promotor cultural, tenían poca comunicación con los líderes o los grandes grupos progresistas de la sociedad.
Su trabajo fue dirigido a penetrar las estrategias de cooperación de los aliados de los demócratas cubanos y sus fuentes de apoyo. El “médico masón”, el informático, los promotores culturales y el periodista independiente presentaron como delito de espionaje, el apoyo de organizaciones no gubernamentales extranjeras al desarrollo de la sociedad civil, como establecer una agencia de representación y promoción artística, una ONG de ayuda a los niños enfermos de cáncer, comunicación con el exterior sin pasar por la censura y los precios del monopolio de Etecsa, o una sociedad de médicos independientes.
No pudieron llegar a más. Las conversaciones grabadas de manera ilegal y más, indebidamente presentadas en la televisión, solo muestran la intención de los visitantes de conocer la isla, ante la imposibilidad de vislumbrarla tras la “cortina de bagazo”, del diario Granma y otros afines. No se presentan pláticas sobre fuerzas armadas, armamentos, tropas, rutas presidenciales, planos, mapas… Algo utilizable como interés de seguridad nacional del gobierno.
Se puede llegar a un acuerdo. La campaña de comunicación de la que el serial televisivo es parte, trata de confundir a la población. Desacreditar a las fuerzas prodemocráticas a partir de los informantes presentados y colocar la desconfianza entre la población, en su relación con los nuevos lideres que nacen en la sociedad civil, con propuestas de modernización. Atacar a las nuevas tecnologías, como forma de burlar la censura ideológica y la económica, proponiéndola como herramienta del “enemigo”. Mantener la imagen de “lideres disidentes” alejados de la inmediatez ciudadana.
El horno no está para pastelitos. Dice el pueblo, cuando las propuestas son inviables. El “serial” a pocos interesa y las reformas económicas y sociales, la verdadera recompensa popular no llega. De nada vale que se presenten como héroes a los apostatas. Esos que esquivan la mirada.